“La indecencia y la inmoralidad del precio del tomate”

La noticia que llegò a Argentina es que Italia habìa protestado contra el aumento del precio de la harina de una forma muy particular, no comiendo pastas ni comprando pan por un dìa. En realidad no fue tan asì, fue un intento que no cobrò fuerzas. Por què? Porque losi italianos, como la mayorìa de los europeos, estàn muy pendientes de su proprio mundo y de mirarse el ombligo sin importarle demasiado lo que pasa a su alrededor. Vivimos en un mundo individualista y vertiginoso, donde lo ùnico permanete es el cambio. En Francia el presidente Sarkozy propone aumentar el valor de las horas extras, sostiene que hay que trabajar màs para poder ganar màs. Yo agrego, trabajar màs para ganar màs y para gastar màs todavìa, la rueda perfecta del cosumo.
Tenemos autos que van càda vez màs ràpido en rutas obsoletas. Me ofrecen la banda ancha de internet de 20 megas porque dicen que es mejor...para què? me pregunto. Los celulares son cada vez màs sofisticados, las càmaras de fotos tienes cada vez màs pixel y la Union Europea invertirà miles de millones de euros en el TAV (tren de alta velocidad) para poder llegar antes. A dònde? Cuando era chico decìa: “Los arbolitos pasan demasiado ràpido por mi ventanilla”!!!
Mientras todo eso ocurre acà, observo con atenciòn (y esperanza) algunos intentos de cambios de Argentina, donde todo es cìclico porque nos caemos y nos levantamos cada diez años. Esta vez creo que nos estamos dando cuenta de algo, de lo poderosos que podemos ser nosotros como consumidores. Lo digo por el aumento del precio del tomate, de la papa y de la calabaza que hacen que sean prohibitivos para algunas economìas familiares. Increiblemente los diarios titulan “El tomate pasa a ser un artìculo de lujo” cuando me entero que en los ultimos meses aumentò un 300%. La indecencia y la inmoralidad es tambien eso, cobrar fortunas un kilo de tomates. Sabiamente algunos supermercados han decidido retirar de sus gòndolas y algunos restaurantes no ofrecen menù que contengan estos productos. Pero lo màs esperanzador es la idea de BOICOT por parte de los consumidores, es la palabra y la acciòn justa, boi-cot. No comprar. No consumir. Porque ante la falta de demanda los precios deberàn bajar y si no que se pudran.
Y pareciera que esta vez va en serio porque de por medio estàn las amas de casa, la gente comùn, estamos nosotros, como en el cacerolazo del 2001. Tambièn està la alternativa de cultivarlos nosotros mismos como lo hacìan nuestros abuelos. En Italia no hay casa que no tenga su propia huerta donde se cultiva desde la lechuga hasta el tomate. Y aquì lo que màs abunda no es la tierra justamente en un paìs que territorialmente es grande como la provincia de Santa Fe pero donde viven 60 millones de habitantes. Definitivamente tenemos que convencernos de que el consumidor tiene el poder suficiente para cambiar el mundo.
En cualquier sociedad tiene que estar presente la ética. Los seres humanos no puedemos vivir más allá del bien y del mal, y de nosotros deriva el grado de moralidad que rige en una sociedad en una etapa determinada.
La actuación de las asociaciones de consumidores siempre es muy importante pero la facultad última es del propio consumidor porque en sus manos está marcar el ritmo y las leyes del mercado. Nuestro poder es tan grande que nos permite, en cierto modo, cambiar el mundo. Y tenemos que ser consciente de ese papel activo, asumiéndolo y ejercitándolo en nuestra vida cotidiana.
La ultima, en casa no se toma Coca Cola porque desde que nos enteramos que para producir un litro de esa bebida son necesarios diez litros de agua, hemos dejado de comprarla. Porque en el mundo hay gente que se muere de sed. Nos parece inmoral. Tanto como el precio del tomate.
Juan Daniel Rodriguez Primo
ITALIA